Cuando una empresa gana dinero año tras año la lógica nos dice que cada día que pasa la compañía vale más y esto debería verse reflejado en su cotización en bolsa. Determinar las variables qué determina el precio de una acción es fundamental para entender el funcionamiento de los mercados.
La premisa desde la que partimos es cierta: si una empresa tiene beneficios recurrentes (y no los reparte todos en forma de dividendos) cada momento que pasa la empresa tiene más activos y por lo tanto su valoración total es mayor.
Pero la cotización en bolsa no refleja la valoración actual de una compañía. La cotización tiene en cuenta la valoración actual de una empresa + las perspectivas de esa compañía. Las perspectivas tienen en cuenta multitud de factores, básicamente se fijan en todas las variables que pueden afectar al negocio futuro, y por tanto a la capacidad de generar beneficios y en que cuantía, de una compañía en concreto, al sector al que pertenece y a la región geográfica donde opera.